Es bastante habitual que todo escrito antiguo se halle dotado de un saber particular, muy distinto al discurso científico moderno, ó sea, mucho más cerca de la sabiduría que de la información.
Este conocimiento del Todo que el ser humano naturalmente absorbía, se expresaba en términos de Polaridad, de Opuestos Complementarios (frío-calor, masculino-femenino, espíritu y materia, etc).
Lo interesante de este proceso cognoscitivo radica en el hecho de que: cuanto más se conoce un aspecto de la Polaridad, más se intuyen las características del otro Polo.
Y si estas consideraciones las trasladamos a una comprensión del mundo físico, veremos que no se hace tan difícil ahora la comprensión de un mundo sutil, trascendente ó espiritual.
Este aspecto desconocido para los sentidos ordinarios no puede pasar desapercibido para un Pensar ordenado, metódico y exento de prejuicios, cuya verdadera e impecable función fuera la de aportar a la Individualidad (ó sea al Yo humano) un conocimiento holístico de Sí mismo, de la Naturaleza y del Cosmos.
En este caso posemos observar, respecto de la esencia de las cosas, que constantemente se enfrentan 2 tendencias muy claras: la condensación y la disolución.
Si descendemos a escala subatómica, merced a la Física de las partículas, podremos constatar que “aquello” que a través de los sentidos ordinarios denominamos “materia sólida” es algo bastante difícil de sostener frente a la realidad que se nos presenta.
Un intercambio incesante de procesos de materialización y desmaterialización es lo que subyace debajo de “aquello” que espacialmente recibe el nombre de “materia”.
La antigua Alquimia ya hablaba de procesos “SOLVE Y COAGULA” cuando se acercaba respetuosamente a la materia y al espíritu que está presente en ella.
Si somos capaces de neutralizar el permanente asedio que nos impulsa al escepticismo científico ó al fundamentalismo religioso podremos percibir la realidad de las 2 fuerzas constitutivas de la Vida en el planeta.
Estas fuerzas polares podrían ser llamadas seriamente: fuerzas de Disolución y Condensación respectivamente.
Si observamos el desarrollo biológico de un embrión podríamos detectar ambas fuerzas y en este caso también podrían ser llamadas fuerzas de la Vida y de la Muerte, ó de Crecimiento y Mineralización. En el desarrollo embrional y posterior evolución del niño, ambas tendencias deben tener un perfecto equilibrio para permitir la multiplicación celular, y el crecimiento de tejidos y órganos por un lado, y la condensación ó mineralización del sistema óseo por otro.
Si la mirada no se detiene aquí y se proyecta al espacio anímico también se harán presentes las mismas fuerzas pero con otras características.
En el mundo anímico la polaridad se manifiesta como simpatía (atracción)- antipatía (rechazo) y de acuerdo a la intensidad de ambas se nos presentarán todas las situaciones posibles desde una violenta colisión Amor- odio, a un suave equilibrio entre Placer-displacer.
Con estos ejemplos universales podremos estudiar nuestro propio mundo interior, analizando el fenómeno esencial que predomina en cada una de nuestras tendencias, tratando de ubicar cual es la región central y por ende la más sana de nuestra vida anímica.
Si hacemos una pequeña lista veremos que los conceptos culturales clásicos no son demasiado claros para comprender los misterios del alma humana.
Podemos ejemplificar algo cotidiano como polaridad: “lo opuesto a la cobardía es el valor” ó bien “lo opuesto a la avaricia es la generosidad”.
Si ahora observamos cual es la tendencia que late en la cobardía ó en la avaricia veremos que en ambos casos predomina la fuerza aglutinante, la condensación, la contracción y el egoísmo.
Sin embargo ni el “ Valor” ni la “Generosidad ” exhiben lo opuesto como la expansión descontrolada, la disolución ó la dilapidación.
Sigamos con atención el cuadro siguiente para pensar en ambas polaridades: cuando se manifiestan al máximo y unilateralmente, siempre nos ocasionarán dificultades más ó menos graves dependiendo esto del contexto donde se desarrollen:
Tendencia aglutinante | Tendencia dispersa |
Egocentrismo, densificación | Exaltación, disolución |
Estancamiento, parálisis | Desconexión, descontrol |
Apego terrenal | Desapego terrenal |
Así se podría pensar en cada una de nuestras tendencias y analizar su desequilibrio.
Lo que aparece en el CENTRO pertenece a la misma “sustancialidad” que la que determina los excesos ó las carencias pero conservando el misterio del equilibrio y a ellos nos referimos como VALORES...
Dr. Roberto Crottogini (Médico de orientación antroposófica)