De pronto, como un rayo, me quedé sin tiempo y sin espacio, suspendida en el aire, en un instante, todo se apagó para mí. Fue una interrupción brusca, sorpresiva y letal. Entré en coma.
Venía aceleradísima……y me estrellé...choqué de frente con un camión...me arrasó por completo…. El tiempo se dislocó para mí...un accidente…” MI ACCIDENTE.
La alteración de un orden, de una lógica, la interrupción de una vida. El tiempo se desarmó y yo con él. Partí a los 48 años.
Escuché por primera vez la palabra Antroposofía, cuando un paciente a quien le estaré eternamente agradecida, se puso a hablar en sesión de la Ciencia Espiritual.
No fue fácil, yo me había formado y empapado de otra disciplina que fue el Psicoanálisis. Estudié entusiasta todas las vertientes, M. Klein, S. Freud, los post-freudianos, luego J. Lacan y los post-lacanianos, me recibí en 1975.
Poder vaciar mí cabeza de todo ese bagaje de conocimientos psicoanalíticos, significó para mí un trabajo lento y sostenido, del cual no me arrepiento, hasta lograr identificarme totalmente con la Antroposofía.
Comencé tímidamente a transitar por los talleres introductorios, los días jueves, que dictaban la Dra. Amalia Altobelli y el Dr. Roberto Crottogini, para complementar, durante tres años con la Biografía Humana, del Libro “La Tierra como Escuela” del mencionado Dr., con la Prof. Mabel Millor.
Ya instalada en la Antroposofía, fui incorporando otras actividades complementarias tales como, cursos, seminarios, charlas, congresos. Actualmente, participo en los Ateneos Médicos y he incluido medicación de esta metodología, para mi bienestar.
Al momento del accidente, yo trabajaba como psicóloga en el área Infanto-Juvenil, en equipo de “familias con niños” que se desarrollaba en el Hospital Italiano. Mi última tarea de ese día fue una inter-consulta en terapia intensiva infantil, un día viernes.
Salí a las 16 hs, fui a casa, tenía un cumpleaños de 70 de una tía, hermana de mí suegra, una reunión importante para mí, me cambié de ropa, cambié de cartera y olvidé guardar mis documentos de identidad (llamativo, dado que siempre fui y soy muy cuidadosa). Aquel día crucé la calle, tomé un taxi y al instante, solo recuerdo la cara de molestia del chofer, a quien no pude contestarle, Entré en coma.
Este episodio dramático, sucedió el 1ro de diciembre de 1995, me desperté a los 25 días, era “NAVIDAD”, había soportado una cirugía. Fecha inolvidable para mí, el nacimiento de CRISTO.
Desde entonces, hace 25 años “, el Cristo vive en mí”. Después de superar todas las complicaciones ocurridas en la terapia intensiva. El Cristo me salvó.
Resistí, me sostuvo “la DIVINIDAD” que penetró en mí, como una “fuerza divina” de luz, bondad y belleza.
Mi diagnóstico era reservado, ningún médico se atrevía a aventurar nada……
Me desperté, no quería ni podía entender nada...pero mí “alma”, intuía, sabía que yo tenía una hemiplejía del lado derecho del cuerpo (miembro superior e inferior) medio cuerpo paralizado.
Sentí en ese momento un dolor infinito, un desamparo y una soledad abismal, estaba transitando “mí noche oscura”, también entendí que este trabajo “era mío”, y que tendría que trabajar mucho, muchísimo, para volver a habitar mí cuerpo, recuperar mí “alma” y tener dominio de mí “ser”.
Fui arrasada, aplastada en todas mis funciones vitales, un bastidor en blanco, que tenía que empezar a llenar de cero.
Yo necesitaba “volver a mí”, Tenía añoranza, mí “alma” me pedía un cambio. Necesitaba bajar, hundirme en las profundidades del “dolor”, para poder emerger y ver la “luz”.
¡AGRADEZCO!
Entregué mis derechos al Cosmos y a cambio recibí SABIDURÍA.
Estaba encarnando a “una nueva vida”.
Yo vivía alienada, abandonada, vaciada de contenidos, programada para servir, funcionando en automático, desarmonizada. Pensaba una cosa, sentía otra y hacía otra.
Eso no estaba bien.
Tuve que armarme de nuevo, a pedacitos como un rompecabezas, con todas las piezas desparramadas y detonadas como una bomba.
A partir del instante en que desperté (siempre mantuve mí lucidez y entendimiento), comprendí claramente que, mi vida ya no sería como antes, nada de lo que había construido hasta ese momento, sería igual, entonces me sumí en una especie de “exilio” necesario, doloroso y me deprimí...teniendo que duelar por un cuerpo sano y por todas las cosas que ya no serían iguales, sí podrían ser diferentes, eso lo aprendí con el tiempo.
Primera tarea, empezar a recuperar mis funciones vitales. No quería dar lástima, pero la gente que me conocía me devolvía una mirada, mezcla de compasión, horror y miedo. Cualquiera puede tener “un aneurisma” sin saberlo, como yo……
Por momentos el dolor físico, era tan intenso…que no sabía si podría tolerarlo…trabajé muchísimo en mí rehabilitación, ininterrumpidamente, durante casi 4 años.
Tuve que aprender de nuevo, todo de cero, a comer, agarrar los cubiertos, bañarme sola, vestirme, hablar (sólo podía mover los labios) no podía emitir sonidos, caminar, aprender a escribir con la mano izquierda; comencé a desplazarme en silla de ruedas, luego pasé a un andador, bastón y logré caminar sola por un tiempo largo, hasta que, desde hace unos años, empecé a caerme por lo que fue necesario utilizar, nuevamente el bastón.
Hice toda mí recuperación con enorme disciplina, mucha paciencia y también esperanza, confiando en que “podría estar mejor”.
En los peores momentos, mi espíritu volaba a situaciones, que, para mí, habían sido felices, con mis 2 hijos jugando en la playa, momentos gratos que quedaron para siempre, sellados en mí corazón.
Eso me ayudó mucho,...Pero mí realidad era tan dolorosa, que significaba un gran sufrimiento y por momentos, esas imágenes se tornaban difusas.
Fui muy cobarde, buscaba desesperadamente una salida y me castigué “imploté”.
Mientras recorría un desierto de dolor, abandono y desamparo, tuve que aceptar pérdidas importantes, vínculos...marido, amigos, pacientes (aunque algunos esperaron que yo retomara mis tareas) todos huyeron, no soportaron mí quiebre, y tampoco entendieron….
En el devenir de recuperar “la conciencia” del yo, el despertar a un “nuevo nacimiento” y afrontar una nueva transformación, “el alma” sin dudas acompaña.
Fue un curso acelerado…que implicó muchos textos de R. Steiner, en ese momento, todavía no conocía la Antroposofía.
Mí ANGEL, “me cuidó”, me rescató de la oscuridad y la turbulencia, encuentro y desencuentro desafortunado, pero, no estaba sola….
Pasé de la oscuridad a la LUZ, como un proceso de transformación vital, una verdadera alquimia.
Un regalo que hoy puedo agradecer, fue el cobijo y calor de un nuevo camino, de aprendizaje y conocimiento, feliz y renovador.
La vida, es una sucesión de muertes y nacimientos. He reconocido, ese estado de “no ser”, de existir a medias, haciendo esfuerzos por volver a encontrar “mi alma”, una sensación espantosa de vulnerabilidad y orfandad, un cuerpo vacío. Mi “dolorosa soledad”.
Con el tiempo, fui adquiriendo “sabiduría”. Hubo descubrimientos importantes, descubrí la traición, la mentira, la falsedad, en quienes yo confiaba, creía y amaba; como la Alegoría de la Caverna de Platón, sólo apariencias, sombras que se proyectan en un muro…pero que no son “verdaderas”. Perdí muchos amigos…pero también gané, reconociendo “EL AMOR”.
Lo que pasó fue tan fuerte, que ¿cómo procesar sin enloquecer?
Aprendí a posicionarme a través del “amor”, a poder ponerme en los zapatos del otro, a perdonarme y perdonar, quererme, y entender que en el mundo chiquitito en donde yo me movía, de brillos y lucecitas que encandilaban sin contenidos, podían pasar esas cosas y muchas otras más…
Mí “yo” necesitaba sentir “calma en el Alma” silencio interior…paz…para volver a encontrar un orden de vida diferente, que ya no sería el mismo (ni tampoco lo quería). Entrar en mí silencio interior con otro diseño, que permitiera encontrarme.
El “ser” es eterno, inmutable y universal, la belleza del mundo a través de la “luz del sol”….
¿Quién soy? ¿Qué me gustaría “ser”, que puedo esperar de mí? Interrogantes que seguramente impulsan mi vida “hacia la vida”,
Creo estar transitando el camino hacia la “verdadera SABIDURÍA”
¡Empecé a sentir LIBERTAD!
Está bueno sentir y saber, que mañana amanece y que haremos de ese día, todo lo mejor, y que morimos y nacemos todos los días, es valioso comprender que, en una misma encarnación, se pueden vivir varias veces, todas vidas diferentes y fantásticas.
Viví mí karma, y le agradezco, “es un sabio”.
Soy otro ser, con más serenidad, sabiduría, entendimiento, “amor por el otro”. Entendiendo que los otros tienen sus tiempos de despertar para que penetre “luz” en su sentir. Cada uno sabrá cómo hacerlo y podrá aprovechar su vida.
Mí “yo superior” cósmico y espiritual se pudo fortalecer, atravesando la adversidad.
AGRADEZCO A DIOS, todos los días.
¡ESTOY VIVA!, recordando al Dr Viktor Frankl (El hombre en busca de sentido)
“A pesar de todo, ¡SI, A LA VIDA!”
¡GRACIAS! ¡GRACIAS! ¡GRACIAS!
Lic. Graciela Paulotsky
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